Acariciame la espalda a la vez
que muerdes mi yugular,
corta bien y dejala salir,
Caliente y Espesa,
cómo la naturaleza malvada
de tu instinto animal,
se derrama salada y mojada
entre tus piernas al verme,
maldita mujer ¡maldita!
esfinge.
Un bocado de tus muñecas
poro uno de mi femoral,
alimentandonos de sudores y enfermedades...
¡Muerdeme! ¡Arrancame la carne!
Descompodrido...
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